Cuando se padece lagoftalmia o lagoftalmos el ojo queda expuesto y se genera sequedad e infecciones que comprometen la visión e, incluso, podría desencadenar ulceraciones corneales.
La lagoftalmia o lagoftalmos es la imposibilidad de lograr el cierre completo de los párpados. Esta afección podría ser causada por algún problema nervioso, como una parálisis facial o ser producto de alguna cirugía en el párpado.
La aparición del lagoftalmos puede ser de dos tipos:
La de tipo mecánica se manifiesta cuando algún factor externo impide el cierre del ojo, como una cicatriz en el párpado, la atrofia luego de una quemadura, o una retracción o laxitud palpebral.
La del tipo nervioso se produce debido a alguna lesión en el nervio facial que impide el cierre de los párpados. Cuando este nervio se ve afectado por una parálisis facial, un trauma, tumor o enfermedad cerebro-vascular, el músculo no tiene capacidad para cerrar totalmente el párpado.
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Debido a la exposición de la superficie, el ojo tiende a resecarse y presentar síntomas como: lagrimeo, visión borrosa, irritación y sensación de cuerpo extraño.
Es sumamente importante que cuando un paciente presenta esta imposibilidad de cerrar el párpado, y sus consecuentes afecciones, acuda al especialista para que lo diagnostique e indique el tratamiento adecuado. Una vez que el paciente inicie el tratamiento irá reduciendo los riesgos para su visión.
Cuando la lagoftalmia es leve, la indicación médica se basará en lubricar la superficie ocular con lágrimas artificiales, o pomadas.
En casos de mayor gravedad, además de la lubricación pertinente, se plantea al paciente la conveniencia de recurrir a la cirugía para corregir el problema. Todo dependerá de qué tan expuesto esté el ojo y del funcionamiento del músculo orbicular.
Lo importante siempre será acudir a tiempo ante alguna alteración en nuestra visión.
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